Rio Cañoles

En su discurso por el centro del valle, el río Cànyoles atraviesa de Oeste a Este el término municipal de Vallada. A ambas riberas del mismo se suceden los campos de cultivo que tradicionalmente se han regado de sus aguas. En condiciones normales es el único caudal fluvial perenne, lo que le permite mantener una flora y fauna muy característica. A él confluyen los barrancos de Boquella y Tarrassos, y otros de menor importancia, como la Saladella, la Saladella Llarga o el Barranc del Oms –estos dos últimos lo hacen ya en término de Montesa- , así como pequeñas escorrentías, como, por ejemplo, el desagüador de la Mota.

Dos son los azudes que cortan el cauce en el término municipal de Vallada, para posibilitar el riego con sus aguas: l’Assut de l’Algoleja y l’Assut de Montesa.

La anchura del lecho de inundación del río oscila, aproximadamente, entre 40 y 100 metros, y presenta gran cantidad de arenas, gravas y cantos rodados, fruto de la erosión, transporte y sedimentación. Su profundidad es escasa y su caudal muy variable, dado el carácter estacional del mismo.

En los períodos estivales el lecho del río solía permanecer seco en gran parte de su recorrido, ya que, a la merma de su caudal en esta estación, se añadía la mayor demanda de sus aguas para el riego, lo que producía que el agua quedara concentrada únicamente en algunas charcas. Pero esta situación ha mejorado notablemente de algunos años a esta parte, ya que, hoy en día, la mayor parte de la superficie de las terrazas aluviales del río se han convertido en regadío, utilizando para este menester las aguas subterráneas extraídas de los pozos de Boquella y la Solana. Esto produce que las aguas del riego se filtren por el subsuelo y afluyan al lecho del río engrosando su caudal. Efecto que favorece, todavía más, el hecho de ser el sistema de riego más extendido el localizado por goteo, con lo que se disminuye la evaporación, y la frecuencia en la irrigación comporta la continua humedad del subsuelo.

En los últimos años, el agua del río, aunque menguada por los rigores estivales, no ha dejado de correr, lo que significa una mejora de su calidad, máxime cuando los vertidos al cauce, tanto en el término de Vallada como aguas arriba, están debidamente depurados.

La fauna acuática más destacable esta representada por los anfibios y algunas especies de peces, como la madrilla y el barbo, entre otros, así como la carpa, cuya población ha aumentado sobremanera en los últimos años. A lo largo de todo el cauce, y en mayor medida en el embalse de l’Assut, destaca hoy abundante presencia de aves acuáticas: pollas de agua y diversas especies de anátidas, entre las que destaca el ánade real (collvert), a las que se unen otras familias de aves vinculadas al medio acuático como la garza real y la garceta común, típicas de estas zonas y que hace unos años no existían. Por el contrario ha disminuido la población de anfibios, tal vez por la abundante presencia de estas aves. También se aprecia una notable disminución del cangrejo americano, introducido hará unos 20 años y que llegó a constituir una verdadera plaga.

La vegetación del río es la típica de los cauces fluviales y zonas húmedas, prodigándose los adelfares y cañizares, a los que se suma una potente concentración de tamayar arbustivo; así como la vegetación acuática, representada por la lenteja de agua (pa de granota) y la comunidad de potamogeton natans y groenlandia densa, a las que habría que añadir el carrizo, la enea y el junco.

A la importancia ecológica de contar con una zona húmeda de estas características, digna de ser respetada y protegida, se une la belleza paisajística que ofrece el cauce del río Cànyoles y sus riberas.

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